dilluns, 23 de febrer del 2009

De las llaves a las cerraduras. Estrategias securitarias

“Después del 11S el mundo en el que vivimos no puede permitirse bromas de este tipo” George W. Bush a una campaña publicitaria.

Esta claro que no podemos existir sin algún tipo de estrategia securitaria que nos ayude a no perder cada paso que damos. Algo que nos de la seguridad de que mañana no empezaremos de cero. Y eso es inalcanzable si tu vida es un constante ir y venir con la roca de Sísifo. Eso es en lo que puede venir a convertirse cada nueva casa okupada, la ascensión de la roca como la apertura y el acondicionamiento del lugar, y el desalojo como la caída de la roca, … y vuelta a empezar.

En un movimiento vitalista como es la okupación en el que las personas y su desarrollo son el centro del movimiento, el deambular constante es positivo mientras se aprende el mecanismo de abrir puertas, reparaciones inmediatas, y quehaceres de estas índoles. Pero más allá, se vuelve nefasto, pues la roca siempre es la misma, lo que acaba ocasionando un desgaste que puede asemejarse al tedio del trabajo en cadena y acaba ocasionando que una nueva generación coja el relevo a Sísifo (que la clase media no está dispuesta a sufrir tanto, y se prefiere la precariedad capitalista al suplicio griego).

Así pues los mecanismos securitarios en primer término van encaminados a permanecer el mayor tiempo posible en un lugar. Entre estos mecanismos que a priori nos pueden parecer técnicos, son mucho más políticos de lo que aparentan. La simple decisión de la hora de entrada esconde más cosas de las que puede parecer. Por supuesto, cada acto tiene que ser medido en su contexto, y éste viene determinado por muchos factores, y es precisamente eso lo que conlleva que un acto no pueda ser interpretado fuera del mismo. Una simple cerradura es un objeto que marca la privacidad de un espacio, la propiedad privada (aquella que priva a otras) sobre la misma. Está claro que en una versión purista y de manual, sería eso, pero en el contexto en el que nos encontramos, quizás una cerradura sea la garantía de lo público (siempre y cuando los usuarios del espacio sean más que el círculo de amistades).

Así, nos encontramos que básicamente van dirigidas a la seguridad de las personas que habitan/frecuentan el espacio, y del mismo. Ya que pocas veces se ve una quedada okupa para siliconar inmobiliarias después de un desahucio, y sí en cambio después de un desalojo. Tampoco es común la defensa de un lugar público a través de su okupación física. Es algo que parece más sacado de la tradición anglosajona, dónde la gente se cuelga de árboles para evitar la desmantelación de un parque o similar. Quizás tenga algo que ver el echo de que los parques en Inglaterra son propiedad comunal y en cambio aquí son propiedad del ayuntamiento. Y el echo de que en Inglaterra hasta ahora se cobraba una renta básica (que te permite poder estar una temporada en un árbol y seguir teniendo recursos) y en cambio aquí eso es impensable.

Así podríamos dividir en 2 grandes apartados las estrategias securitarias. Aquellas que ponen el peso en ser más personas. Quiero decir que intentan que el lugar sea ampliamente conocido, respaldado, frecuentado, y que cada cual lo haga suyo a su manera. Y aquellas ponen el peso en ser más, técnicamente. Quiero decir personas especializadas lo que normalmente lleva a centralizar más las decisiones. La estrategia en cada caso siempre será una combinación de ambas, pero está claro que una pesa más que otra.

Todo y que en apariencia parece que las okupaciones se caractericen por el echo de abrir espacios para el barrio, no parece que se dediquen muchos esfuerzos a tal menester. Podríamos contabilizar el tiempo que en una asamblea de preparación se dedica al echo de lo clandestino, contra el tiempo que se dedica a pensar en cómo hacerlo público. El tiempo que se dedica a vigilar el lugar, contra el tiempo que se dedica a integrarse en el lugar. El tiempo que se dedica a pensar en que lugar se adecua mejor a la necesidad del colectivo, contra el tiempo que se dedica a pensar en la necesidad del barrio, en que lugar se concreta mejor. O una vez dentro el tiempo que se dedica a la gestión interna, contra el tiempo que se dedica a pensar en los vecinos. El tiempo que se dedica a tejer alianzas con otros grupos parecidos, contra el tiempo que se dedica a tejer alianzas con grupos del barrio. Si tomamos estos indicadores es complicado ver como conjuntan con una voluntad aperturista. A parte, de que suele circular una interpretación poítica, diferente a la que yo planteo.

Todo y que la inercia nos lleva a una forma de actuar en la que no perdamos el control de lo que sucede, esta forma se torna en poco democrática, ya que se tiende a ir cerrando cada vez el núcleo de decisiones en aquellas personas o grupos que se identifican con el nuestro. Es por eso que para la aceptación como parte de la decisión se pasa previamente por el rasero de la identificación, lo que garantiza pocas fisuras en el consenso. Ello además provoca el hecho de que al tener cada vez una verdad más solidificada es más difícil poder interactuar con grupos que tengan formas de hacer dispares.

Tampoco lo vamos a contraponer a un estado de aperturismo total, está claro que todo proyecto tiene unas bases aunque sean mínimas, que es el motivo para el cual se lleva a término dicha asociación o colectivo, sumado a un signo político mínimo. Y por tanto su apertura siempre será en base a esas condiciones. Si se dedica el esfuerzo suficiente, se consigue que una mayor base social sea la que garantice una pervivencia del proyecto. Incluido el tema de la vivienda, que podría parecer algo de ciencia ficción el hecho de conseguir una cobertura social para pisos o casas okupados (sin mayor signo político reivindicativo), aunque lo cierto es que esa conjugación se dió en los pisos de protección de los barrios obreros. En el momento en el que los vecinos se daban cuenta de la existencia de algún piso vacío, (que la administración no había atorgado, o había atorgado al familiar de) este era inmediatamente okupado por la comunidad y dado a algún familiar de alguien de la misma para que pudiera vivir en él.

Es así como la apertura política se consigue por la vivencia i la práctica colectivas, y no por un discurso, por mucho que este se identifique al 100% con el resto de la gente.

2 comentaris:

Anònim ha dit...

Gràcies pel comentari des de la distáncia ideológica! Un blog analític prou interessant el teu!

Montse ha dit...

T'agraeixo que haguéssis passat pel meu blog. El teu em sembla força interessant, com ja et diu el teu comentarista anterior.

Salutacions des del meu mar.