diumenge, 6 de març del 2011

Tancant portes: última okupació

Aquesta acció la vam empendre 2 persones, aquest estiu. M'he esperat fins ara ja que la seva publicació al Masala s'havia retrasat. Després de diverses okupacions de diversos tipus, aquest va ser l'últim cartutx que se'ns va ocòrrer dins d'una bateria de propostes arriscades que havíem dissenyat.

Una era la d'okupar una casa d'algú que no fos moralment okupable. Vull dir que no fos una inmobiliària amb pasta ni res per l'estil i haver fet un video-blog relacionant-ho tot, de manera que al final nosaltres els hi donéssim la raó als propietaris públicament acceptant el nostre error i pactant amb els propietaris una forma de compensar-los. Si ho fèiem prou bé la cosa no era tant visibilitzar un error, si no visibilitzar que l'error és okupar a uns que tenen una herència recien adquirida mentre n'hi ha d'altres podrits de pasta als qui no se'ls hi okupa, això sol ser cert ja que okupar a grans propietaris sol ser més difícil. Aquesta era arriscada però de retruc ens en fotiem una mica de tota la cultura okupi que parla molt més de lo guapa que és la casa que han okupat que no pas de qui és el propietari de la casa que han okupat. 5 anys sent un més a l'oficina d'okupació em donen una perspectiva bastant encertada d'allò que motiva o no motiva a la gent quan vol okupar.

L'altre era okupar juntament amb un periodista que entrés a la casa amb nosaltres. De fet aquest periodista ja hi estava d'acord, però al final les complicacions ho van fer impossible. La casa era a més de un jerifalte de ESADE (lloc al que li tinc especial adversió) i teníem el seu telèfon, adreça, ... i podíem jugar a fer tot el contacte amb el propietari en públic totalment mediatitzat. No se si per tothom però hi ha molta gent de classe obrera per a qui el seu imaginari col·lectiu els fiu que quan entra un d'ESADE a l'empresa pasaran 3 coses; 1 canviaran el logo i la imatge corporativa; 2 els hi estudiaran fins i tot els minuts que triguen en anar al lavabo i; 3 hi haurà una retallada de plantilla.

La última que també va fracasar per lo impossible d'efectuar el pla 2 persones, (una setmana d'intents nocturns de fer-nos un forat per on colar-nos ho constaten) consistia en okupar un edifici de Núñez y Navarro (Josel SL para los amigos) i fer-ho mitjançant un programa fet a la mida de un sociòleg. En mig de l'eixample fer estudis de població durant tot el dia per a poder saber el nivell de coneixement que té la gent d'aquest personatge obscurs condemnat a l'obstracisme per l'oasi català i en canvi tot i tenir a sou la seva pròpia banda de matons i haver fet mobbing sistemàticament a moltes famílies de Vallcarca ser un dels personatges més carismàtics dels programes d'esports televisius de TV3.

Finalment la okupació va ser un altre i aquí la teniu relatada amb modificacions d'estil per part de l'equip del Masala

Esta es la experiencia de dos personas que hemos participado de diversas ocupaciones en el centro de la ciudad y nos queríamos embarcar en una experiencia fuera de grupos y presiones morales okupas sobre el bien y el mal. En parte por una necesidad de vivienda, en parte por una necesidad de seguir en el centro, en parte por experimentar algo nuevo ya que la okupación tal y como la hemos conocido se nos antoja más una pijada que una lucha, y allí nos sintíamos dando palos de ciego.


Un caso de mobbing de manual


Esta historia ocurre en la calle Arc de Sant Agustí, 1 bis. Son 15 viviendas, tapiadas cinco de ellas y los inquilinos que quedan, con procesos de desahucio abiertos. En la finca se encuentran los típicos síntomas de mobbing: techos caídos, cañerías de agua rotas, suministros saboteados por el administrador, deterioro, insalubbridad y tapiado de pisos sin licencia ni estudio arquitectónico.


Entre los vecinos que quedan, hay un inquilino con contrato de renta antigua y el resto con contratos tipo actuales, además de algunos inquilinos en precario y okupas. Desde la muerte de la propietaria no se paga prácticamente ningún alquiler; en algunos por oportunismo (no les han notificado ninguna cuenta nueva donde pagar), y en otros por que el propio administrador les devuelve los recibos.


Después de que la propietaria original muriera, a sus herederos -pertenecientes a la iglesia católica- parecía darles igual que las familias que habitaban la finca se quedaran en la calle y, en la compra-venta a una inmobiliaria, queda incluida una cláusula tan legal como inmoral: por cada inquilino que se halle en la finca en noviembre de 2010 se percibirán 40.000 € menos sobre la venta.


La finca es administrada por el abogado Carlos Solé, un señor pijo, muy pijo, que llora a cada rato, ya que, según él, los inquilinos le hacen la vida imposible; y que mantiene a un vigilante controlando la finca durante 24 horas los siete días de la semana.


La okupación


Con este panorama dos personas establecemos un trato con uno de los inquilinos, el cual avisó al resto y se procedió a una jornada lúdica de destapiaje, en la que los vecinos participaron activamente de la vigilancia y la interlocución con la Guardia Urbana. Una vez dentro tuvimos que soportar la típica escena chulesca por parte de los Mossos d’Esquadra, que amenazaban con tirar la puerta. Calmadamente conseguimos serenar la situación y evitar la pretensión del propietario de recuperar la propiedad mediante la patada en la puerta de una ley Corcuera que nunca se llegó a aprobar.


Los problemas


En los primeros días ya organizamos unas reuniones de vecinos en la que todo comenzó a torcerse. Nos encontramos con dos aprendices de mafiosos que se jactaban de haber sacado a navajazos al administrador y, como descubriríamos más tarde, habían okupado el resto de pisos para realquilarlos a precios desorbitados. Vendían heroína con la complicidad de uno de los vigilantes y alquilaban las habitaciones a prostitutas y travestis, las cuales se trasladaban a veces a vivir a veces al dicho piso y luego eran expulsadas robándoles sus pertenencias. Vista la facilidad con la que entramos, su plan era el de obligarnos mediante amenazas a okupar el resto de apartamentos para que ellos los alquilaran a 500 € cada uno.


La posible tranquilidad con la que hubiéramos podido llevar el caso se esfumó. Nuestro principal problema pasó de ser el enfrentamiento con la propiedad a ver como alguien nos estaba robando el tiempo y la sangre en este conflicto. Algo influyó, puesto que de vez en cuando prometía el oro y el moro al resto de vecinos, restando fuerzas a nuestras propuestas e inoculando desconfianzas.


Nos organizamos para que nadie se dejara amedrentar por las amenazas del administrador, interponiend infructuosas denuncias en el ayuntamiento (oficina d'habitatge) los cuales ni tan siquiera cumplieron la promesa de enviar a un inspector a ver la finca. Acompañamos a los vecinos en sus juicios civiles, y tuvimos que ver como una abogada defensora corrupta directamente se negaba a defender los derechos de una inquilina. Le negó su derecho a defensa y incluso llegó a amenazarla por teléfono de que mantuviera la boca callada y a sus amigos fuera de esto.


La negociación


En este marco nos planteamos un marco de negociación posibilista. Cualquier otra opción con la escasa cohesión existente entre los vecinos, se nos antojó imposible; y consideramos más importante conseguir una experiencia colectiva positiva que no un resultado mejor con una experiencia más de vanguardia.


Después de grandes desconfianzas y de mucho morderse la lengua en el proceso, conseguimos nuestro objetivo: empezar un proceso de negociación. Exigimos a la propiedad solucionar la situación que había provocado, lo que se traducía en pagar las fianzas y gastos de traslado a otro piso y la condonación de la deuda acumulada por los inquilinos. Tas un agotador proceso de negociación conseguimos que esto se aceptara, no sin que el administrador siguiera jugando tretas a los inquilinos y consiguiera expulsar a uno, dejándolo a uno fuera del trato o intentando aprovechar el tapiado de un piso para tapiar el de otro donde aún habitaba otra inquilina.


El desenlace


Acabado el proceso conseguimos unos cheques de 3.000 € por piso, que cubrían los gastos de lo que pedíamos en un principio.


Sobre si conseguimos inculcar algo de conciencia de clase o como se quiera llamar. Creemos que no. Aunque como esta depende de la experiencia vivida, quizás está por verse. De todas maneras el mínimo que habíamos acordado de pagar al abogado colectivamente, 100 € por persona, no se cumplió. Y tuvimos que afrontarlo nosotros de nuestra parte. Tampoco nos supuso un desembolso ya que aprovechando el tema del dinero nos pusimos también como inquilinos y lo sacamos de allí.


Ese dinero lo aportamos a los siguientes proyectos y a cubrir una parte de nuestras facturas telefónicas y otros gastos derivados del proceso (40 €). Pagar al abogado. Aportación a la película El Cosmonauta. Un proyecto de biodiesel. Acusación particular contra Millet. Masala. Escuela Freinet. Y a la publicación de un libro.