dimarts, 17 d’agost del 2010

La decisión de los indecisos

Si aceptamos las teorías conductitas, y ya de paso los conceptos de refuerzo positivo que usan los publicistas, estaremos de acuerdo en que cada vez que una acción és llevada a cabo con éxito se refuerza en nuestro cerebro esa causa-efecto. De hecho el funcionamiento de muchos juegos de rol se basa en ese mismo concepto, tu jugador adquiere o pierde puntos a medida que los dados te sonríen en la acción que precedía.

Así si apoyamos con sentimientos las conductas del no decidir, podemos ver como necesitamos algo más que una simple decisión forzada para que ésta se lleve con éxito, pués los sentimientos adjuntos no han variado y pueden llevar de nuevo la resolución al punto de no decisión.

Cuando suena el hilo musical que nos proporciona la inefable Hit Radio, en realidad nos negamos a dedicidir, por ende reforzamos un sentimiento asociado que es el del conformismo. Preferimos las soluciones manidas y prefabricadas a las cutreces cañís digas de nuestro "horrible a ojos de los demás" gusto musical.

Cuando la idea de decidir va asociada al conocimiento del medio y nos avegonzamos de algo de lo que no tenemos ni idea, pero nuestro yo social nos dice que tendríamos que saber mucho de eso, cambiamos la calidad de un buen pedazo de cabra en la quesería por la solución plastificada del Mercadona, y reforzamos pués la estrategia del subterfugio individualista en detrimento de aprender de nuestros errores.

Al mediodía y con el estómago vacío la necesidad imperiosa de comer nos vuleve un tanto exigentes, más que al hecho de comer bién, al de no comer a disgusto. Por tanto, és probable que nos volvamos poco arriesgados, y en vez de probar un menú del qual tal vez nos arrepintamos sabemos que una hamburguesa del McDonald's siempre es igual, y no nos va a matar, al menos no hoy. Afianzamos nuestras inseguridades.

Si nos encontrásemos en una escena de película en la que vamos a ser arrollados por un objeto de grandes dimensiones, y gran velocidad (a la par que el transporte más sostenible que existe, el tren) y tenemos dos posibles salidas, a izquierda o derecha. Titubear no nos hará ningún bien. A la izquierda quizás haya un buen aglomerado de zarzas, y al otro lado un buén nido de abejas, pero nada será peor que ser atropellado. Si salimos con vida de ello sin haber decidido nada es que un superheroe, o su equivalente mundano, papá estado o quien sea, nos ha recogido con un buén pizco de subsidio o subvención. Con lo que reforzarmos nuestras dependencias a un ente mayor.

Las asamblea son lugares muy cargados de emociones, pero si tan sólo nos fijamos en las que atañen al mundo de la sexoafectividad, sólo nos estaremos fijando en las individuales y su necesidad de ser aceptados por tal o cual persona con gran peso sexual simbólico. Cuando hay algunos sentimientos colectivos que también se generan, se refuerzan y se acaban conviertiendo con el tiempo en el motor de las no decisiones, ya que es muy dificil salir de ellos.

Y es que si no queremos que la solución que se impone cuando no hablamos, la que no nos hace crecer, la que nos relega a nuestro puesto de seguridad, o la que sólo es posible por que vivimos en una democracia con una serie de empresas privadas que asesinan a millones por todo el mundo para que nosotros tengamos una segunda oportunidad perpetua, será hora de tomar decisiones y de tomarlas todas (y en un tiempo raudo), estén equivocadas o no.

dimarts, 3 d’agost del 2010

10, 100, 800 balas

La dicotomía entre la izquierda y la derecha española en su mayor ejercicio de simplismo y estereotipación.

Se nos plantea un ejercicio en que las dos posturas enfrentadas no són como de costumbre el bién y el mal; pero son un ejercicio de fidelización de la izquierda construida para la transición guay, versus la derecha que nació a raiz del desarrollismo.

La derecha con sus miras a cuantificar materialmente el progreso a través de una ética empresarial férrea en la que cualquier cosa que pase fuera de sus despachos está fuera de su responsabilidad. Una realización personal a través de la acumulación de bienes que encubre unos seres humanos que o disfrutan del dolor causado con sus acciones o su psique se puede desmoronar si llegasen a mirar las consecuencias de sus actos.

La izquierda con su orgullo intocable, y sus nobles principios completamente dedicada a que aquellos que no tienen (o inventan su pasado humilde) al menos tengan arte en sus vidas. Una orgía constante de alcohol y farlopa. Y así, o se tienen unas aspiraciones muy egoistas, o al mínimo traspiés de un familiar o amigos puede volcar en un cambio de lado total, para hacer frente a los tuyos.

Son como dos visiones opuestas que se complementan y se necesitan para existir y generar algún tipo de equilibrio. Y así como los desafectos de las grandes empresas antes podían generar un giro inesperado hacia opciones libertarias, que eran las que justificaban su deriva hacia el arte o cuidar de la familia, y esas cosas que de verdad importan; ahora ya tienen modelos de super millonarios que siguen siendo bien de derechas pero que consideran que ya han ganado suficiente y por tanto quieren dedicarse a esos quehaceres.

Pero entonces, donde tenemos los modelos de una izquierda que esté preocupada por ser responsable con su entorno (con sus actos y no sólo sentimentalmente)? Quien puede construir ese imaginario después de que "nuestra" izquierda haya tenido sus miras en Hollywood o en el Moma? Si ese "hombre nuevo" que se pregonaba a partir del Ché no es más que un icono de los beneficios de las tiendas de camisetas?

Los trabajadores de las fábricas, ese icono de la izquierda, se torna en votante del PP después de que, a parte de en libros o panfletos que no van destinados a ellos, se les relegue al ostracismo. Un fenómeno parecido al del voto femenino durante la república. La izquierda no quería otorgar el voto a las mujeres puesto que las creían demasiado influenciadas por el párroco y por tanto votarían a la derecha. Y es que seguramente, cuando abandonas y ninguneas por tanto tiempo a tus compañeros o tus compañeras y la elección es tan limitada, seguramente se acabarán decantando por la otra opción.

Pero no nos preocupemos que ya sabemos que la izquierda no es responsable de nada, que esas responsabilidades quedaron zanjadas en el '59 y como no estábamos en el reparto y los pactos de la Moncloa fueron una traición siempre nos permitirán vivir en la minoría de edad.