Despierto entre cartones,
me asalta un atisbo de lucidez, mi pasado me azota, me golpea la
cabeza como en aquella velada. No entiendo porque perdí. Cada día
lo entiendo menos. Cada día tengo la cabeza más vacía de
recuerdos, sólo éste me asalta. La indignación se apodera de mi.
Yo estaba en lo cierto,
todos estaban conmigo, y en cambio mordí la lona y me dejó en mi
actual estado. No había fisuras, el público estaba conmigo al 99% y
yo llevaba el mejor estandarte y representaba al mejor candidato para
ser el vencedor.
Me atormenta no poder
entenderlo. Lo esencial estaba de mi parte. Ya se que llevaba desde
mitades de los 80's casi sin entrenar. Ya se que hacía tiempo que
las normas del combate habían cambiado y no me las había ni mirado
hasta hace unos días y así muy por encima. Ya se que había
abandonado la dieta y estaba compitiendo en una categoría superior a
la mía sólo porque la grasa pesa. Pero en fin, sabía que era el
mejor.
El público estaba de mi
lado, yo era quien representaba sus sueños y aspiraciones, aunque
jamás pagaron una cuota, ni me dieron más respaldo que unas
palmaditas, discursos y lemas jocosos.
Mi contrincante en cambio.
Había estado entrenando desde siempre, había pagado los mejores
gimnasios, los mejores entrenadores, había presionado a la
federación para cambiar muchas normas.
La indignación me cura de
recordar. Ya mejor, mañana me
levanto
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